domingo, 9 de enero de 2011

La primera calada, la primera infidelidad.


Y que alegar, si no fue ella la que cometió el acto,que alegar, si fue su instinto, un poco de diversión quizás, algo diferente.

¿Qué quieres que conteste, que fui una mala chica, que eso no se hacía? Empezó a despegarse, empezó a soltarse, y aquellos pulmones, un hermoso regalo por cierto; se asfixiaron.

Hermosa, tan joven, mira como camina, que seguridad, ¿querrá venir a dar una vuelta? Prefiere seguir caminando, sale demasiado humo. Y de sus piernas también, quizás fuese ese el causante de toda esta mala movida.

Le gusta como caminas, y como besas; le gusta como corres, y como gritas; le gusta cuando la abrazas y su cabeza queda en tu hombro, y le encanta sentir tus salientes.

Comienzas a tener miedo, pequeña. Comienzas a temer que los ninjas sean descubiertos y sean arrojados al lago.

Al menos allí no habrá humos. ¿No? Creo yo.


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