viernes, 7 de junio de 2013

A la desconocida de la bici oscura

Puesto que eres tú,
puesto que no te conoceré nunca,
ni a ti ni a tus ideas, que todo lo que haya podido escupirte fuese mentira,
que ni tu voz hubiese exalado la maravilla de la palabras de la noche ni consigas nunca aprender a estar sola, a no esperar que algún recuerdo caprichoso te apuñale con su punta diestra,
a las noches que te dejaron buscando rasa el calor por calles rojas,
a las madrugadas simultaneas de fieltro y dolor septentrional,
por que has hecho de tu vida la situación unitaria que trató de unir tu animalismo y matanzas bávaras  con la dulzura y el canela pálido del ultramarino que vive entre tus mulos,
porque un tú nunca formará parte del campo amurallado de los delirios hipocondríacos que desarrollan mi vida;
mi vida, para que no agobies a los gatos que nos sacan los ojos cuando nuestras penas nos alejan de ser las personas distintas que con tanto empeño hemos tratado de ser, siendo las merecedoras de los minutos egoístas que hemos ganado por sufrir tanto, y permitirnos desgarrar a la diosa sioncrética y mórbida que nos mece.

La carne, la piel;
tu conciencia de medio pelo,
mi ignorancia de alto rango;

A tus precipitaciones y a mi miedo a la fatalidad.

Cuando el mundo te chorree con su incontinencia, mira por favor que no haya nadie a tu lado que intente mojarte con el flujo estéril de los consejos maniqueos,
para ser yo inclusive, el puño de camisa de la prenda rota que forman tus amistades,
menos relación incluso que tu idea acerca de quien soy,
y de como imagino a las sombras nulas que de la oscuridad portuaria de tu zulo de babel intuyen el contorno de los pliegues de tus curvas torpes y niñas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario